El edificio
EVOLUCIÓN ARQUITECTÓNICA
El Palacio Episcopal de Segovia ha experimentado diversas transformaciones arquitectónicas a lo largo de los siglos. Su evolución arquitectónica y sus salas nobles reflejan los cambios estilísticos y funcionales que ha tenido el edificio desde su construcción en el siglo XVIII hasta la actualidad.
Una de sus principales características es la fusión de estilos arquitectónicos. Mientras que su fachada conserva elementos renacentistas, fruto de su pasado como el Palacio de los Salcedo, el interior combina influencias barrocas y neoclásicas, resultado de las reformas impulsadas por el obispo Manuel Murillo y Argáiz en 1755. A lo largo de los siglos, nuevas intervenciones han permitido mantener el edificio en pie, adaptándolo a las necesidades de cada época.
Junto a su evolución arquitectónica, el palacio alberga las Salas Nobles, espacios destinados a la representación y la vida episcopal. Estos salones, decorados con mobiliario histórico, tapices y obras de arte, reflejan el esplendor de la institución.

La familia Arias Dávila poseía diversas propiedades en la zona cercana a la parroquia de San Esteban. Documentos históricos explican que, en 1484, el entonces obispo de Segovia, Juan Arias Dávila, despachaba asuntos oficiales en las casas que la familia poseía en esta zona. Es interesante que los terrenos que, en el siglo XV, acogieron la vivienda donde trabajaba el obispo fueran, tres siglos después, el lugar donde se levantaría el palacio nobiliario, que posteriormente se convertiría en palacio episcopal.
El devenir de estas propiedades cercanas a la parroquia de San Esteban es incierto. La descendencia de los hermanos de Juan Arias Dávila, Isabel Arias Dávila y Pedro Arias Dávila, dio lugar a las ramas masculina y femenina del linaje, cuyo poder se extendió por toda la península. Según la historiadora María Eugenia Contreras, los terrenos donde se ubica actualmente el palacio episcopal de Segovia acabarían en posesión de Juan Arias de Ávila y Portocarrero, II Conde de Puñonrostro. Sería él quien comenzaría la construcción del palacio.
En torno a 1550 comienza la construcción de un palacio nobiliario. De esta edificación solo se conserva la fachada almohadillada de granito, que presenta una fuerte influencia del arquitecto Rodrigo Gil de Hontañón, al igual que la cercana Casa del Secretario. La iconografía de esta fachada gira en torno a Hércules, considerado el fundador de la ciudad, como señala Diego de Colmenares en sus escritos.
Entre 1635 y 1755, el edificio experimentó varios cambios significativos. Según rumores registrados en documentos históricos, el palacio pasaría a ser propiedad de la familia Salcedo en 1635. Esta familia estaba afincada en Valladolid y quienes no llegaron a completar su construcción.
Más adelante, el obispo de Segovia, Manuel Murillo y Argáiz, adquirió el palacio mediante censo perpetuo de Josefa de Salcedo y Lasso de la Vega, Figueroa, Córdoba y Ladrón de Guevara. Su intención fue convertirlo en palacio episcopal, respetando los muros exteriores pero derribando el interior debido a su mal estado de conservación. El escudo del obispo todavía se conserva en los muros del patio interior.
El encargado de la reconstrucción fue el arquitecto José de la Sierra, quien adaptó el edificio a sus nuevos usos. Diseñó un patio central de doble altura, abierto en el nivel inferior con arcos de medio punto en un estilo neoclásico. Desde allí se distribuían las zonas nobles del palacio, como las estancias de recepción institucional, despachos, oratorios, la alcoba episcopal y un jardín.
En 1760, el edificio estaba ya ocupado, y en 1770, según los registros del Archivo Diocesano, residían allí unas 40 personas, entre clérigos, seglares, estudiantes y empleados. Así el palacio se convierte en residencia de los obispos de Segovia.
A partir de 1755, el edificio experimentó diferentes reformas arquitectónicas para adaptar el palacio a las necesidades de sus ocupantes. Muchos obispos incorporaron elementos que señalan su paso por el edificio. Un ejemplo es el obispo Manuel de Castro Alonso, cuyo escudo puede identificarse, entro otros lugares, en la escalera imperial.
LAS SALAS NOBLES
El Palacio Episcopal de Segovia alberga un conjunto de salas nobles que constituyen un testimonio excepcional del poder y la influencia de la Iglesia a lo largo de los siglos. Estos espacios, diseñados con una clara función representativa, destacan por su refinada arquitectura y decoración histórica, reflejando la jerarquización social y los estrictos protocolos que regían la vida eclesiástica y cortesana.
A lo largo de sus estancias, se percibe la evolución del mobiliario y los gustos artísticos, con piezas que abarcan desde el siglo XVIII hasta mediados del siglo XX. Esta combinación de estilos y épocas enriquece el patrimonio artístico del palacio y permite comprender la transformación de sus espacios según las necesidades de cada época. Tapices, esgrafiados, bargueños castellanos y lámparas de cristal de Baccarat conviven con retratos de obispos y óleos de maestros anónimos, ofreciendo una visión única del esplendor de la sede episcopal.
A través de su arquitectura y significado histórico, las salas nobles del Palacio Episcopal siguen evocando la solemnidad y el esplendor de una institución que, más allá de su función religiosa, ha desempeñado un papel clave en la vida política y social de Segovia. Un recorrido por estos interiores permite descubrir la historia y el arte que han marcado la ciudad a lo largo de los siglos.
