Logo blanco del Palacio Episcopal de Segovia con la silueta del edificio y el nombre del palacio en tipografía clásica.

HISTORIA RECIENTE

Transformación del Palacio Episcopal entre 2006 y 2013

El Palacio Episcopal de Segovia, ubicado en la emblemática Plaza de San Esteban, ha sido durante siglos un símbolo de la presencia eclesiástica y del patrimonio cultural de la región. Sin embargo, a partir de 2006, este majestuoso edificio enfrentó una serie de desafíos y oportunidades que llevaron a una transformación significativa en su uso y gestión. Entre 2006 y 2013, el Palacio Episcopal vivió una etapa de intensa búsqueda de usos alternativos, negociaciones y finalmente, una exitosa rehabilitación que revitalizó su importancia cultural y turística en Segovia.

Propuestas Iniciales y Desafíos
(2006-2007)

En 2006, la Iglesia Católica de Segovia se encontraba ante la necesidad de redefinir el futuro del Palacio Episcopal y otros espacios religiosos que, con el paso del tiempo, habían perdido su propósito original. La evolución urbana y las demandas contemporáneas exigían una reconsideración de estos espacios históricos para asegurar su mantenimiento y relevancia futura. En este contexto, surgieron diversas propuestas con el objetivo de darle un nuevo uso al Palacio Episcopal, reflejando un balance entre la conservación de su legado religioso y su apertura a nuevas actividades culturales.

Una de las propuestas más ambiciosas fue la de convertir el Palacio en sede del Museo de Ingeniería Romana, enfocado en resaltar el legado de la civilización romana en Segovia, particularmente el icónico Acueducto romano. Esta iniciativa buscaba profundizar en la herencia histórica de la región, utilizando el Palacio como un espacio dedicado a la ingeniería y la arquitectura romana.

Paralelamente, se consideró la creación de un Museo de Fotografía de ámbito nacional, con el objetivo de posicionar a Segovia como un centro cultural contemporáneo que complementara su oferta turística. Este museo combinaría fotografías históricas con maquetas y reconstrucciones para ilustrar aspectos de la civilización romana que ya no se conservan en la actualidad. De esta manera, se lograría una representación más completa y visualmente atractiva de las obras y estructuras romanas, proporcionando a los visitantes una experiencia educativa e inmersiva que conecta el pasado con el presente.

Además, se planteó la posibilidad de que el Palacio Episcopal albergase la sede de la Fundación ‘Las Edades del Hombre’, una organización dedicada a la conservación y difusión del patrimonio cultural y religioso. Esta opción buscaba aprovechar la idoneidad de las instalaciones del Palacio para exhibir y salvaguardar el arte sacro de la diócesis, proporcionando un espacio permanente para exposiciones y actividades educativas.

Otra propuesta fue convertir el Palacio en una subsede del Museo del Prado, siguiendo el modelo de ciudades como Ávila, donde se trasladaron fondos no utilizados del museo principal para revitalizar edificios históricos locales. Esta iniciativa pretendía reutilizar el espacio del Palacio de manera que se preservara su historia mientras se integraba en una red de museos regionales.

Obstáculos y revaluación de propuestas (2008-2009)

A pesar del entusiasmo inicial, estas propuestas enfrentaron obstáculos significativos. La Junta de Castilla y León expresó su interés en apoyar estos proyectos, pero finalmente dejó en suspenso tanto el Museo de Ingeniería Romana como el Museo de Fotografía debido a limitaciones presupuestarias y otras prioridades culturales. Este estancamiento generó incertidumbre sobre el futuro uso del Palacio Episcopal, que seguía siendo un edificio emblemático pero sin un destino claro.

Ante la falta de financiamiento para las propuestas museográficas, el Obispado de Segovia decidió explorar alternativas que garantizaran la conservación y el uso sostenible del Palacio Episcopal. La Iglesia Católica de la región enfatizó la necesidad de mantener el carácter religioso del edificio mientras se adaptaba a las demandas contemporáneas de la sociedad.

Búsqueda de soluciones sostenibles (2009)

En 2009, el obispo Ángel Rubio Castro inició conversaciones para ceder la gestión del Palacio a una empresa privada, con el fin de combinar usos hosteleros y expositivos que permitieran la conservación del inmueble y su apertura al público. Esta estrategia buscaba no solo preservar el patrimonio histórico y religioso del Palacio, sino también hacerlo accesible y atractivo para una audiencia más amplia, integrándolo en la vida cultural y turística de Segovia.

Finalmente, a finales de 2009, se anunció un acuerdo crucial: el Palacio Episcopal sería gestionado por una empresa privada durante 25 años. Este acuerdo incluía la rehabilitación integral del edificio, la reapertura del Museo Diocesano y la implementación de actividades culturales y hosteleras. La empresa adjudicataria, Sociedad Museo Doña Juana, representada por el matrimonio de hosteleros Eleuterio Laguna y Julia Llambrich, junto con su hermano Javier Ayuso, se comprometió a mantener el carácter histórico del palacio mientras introducía elementos modernos para atraer a una audiencia diversa.

Rehabilitación y reapertura (2010-2013)

En 2010, la Comisión Territorial de Patrimonio autorizó las obras de rehabilitación necesarias para adaptar el Palacio Episcopal a su nuevo propósito. Estas obras incluyeron la consolidación del patio principal, la adaptación de accesos y la renovación estructural del inmueble. Además, se llevaron a cabo catas arqueológicas para asegurar la protección del patrimonio histórico durante las intervenciones, permitiendo conocer en detalle las zonas afectadas por las obras y garantizando que la transformación respetara la integridad del edificio.

Bajo la gestión de Eleuterio Laguna, empresario del sector hostelero y líder de la Sociedad Museo Doña Juana, el Palacio Episcopal inició un ambicioso proyecto de rehabilitación. Con una inversión estimada en un millón de euros, se realizaron las obras necesarias para convertir el edificio en un espacio cultural y hostelero moderno, sin desvirtuar su historia y legado. Este proyecto incluía la instalación de colecciones permanentes de arte sacro, cerámica de Zuloaga y vidrieras de la Real Fábrica de Cristales de La Granja. Además, se habilitaron espacios para librerías, cafeterías y salas para conferencias y seminarios, integrando así diversas actividades culturales y de ocio.

En 2013, el Palacio Episcopal reabrió sus puertas al público con una nueva vida. La inauguración del Museo Diocesano marcó el inicio de una era renovada para el edificio, ofreciendo a los visitantes la oportunidad de disfrutar de tres colecciones permanentes: la cerámica de Zuloaga, las vidrieras de la Real Fábrica de Cristales de La Granja y una exposición dedicada al arte sacro. Además de las salas expositivas, se inauguró una cafetería-restaurante en el patio del palacio, que también sirve como espacio cultural y de encuentro para la comunidad. El obispo de entonces, Ángel Rubio Castro, calificó el acuerdo como “acertadísimo”, destacando que había permitido recuperar el edificio y ponerlo al servicio de la comunidad

El Museo

La inauguración del Museo Diocesano en 2013 reabrió las puertas del Palacio Episcopal, consolidando su transformación en un espacio cultural multifuncional. La muestra ocupa la primera planta del edificio, manteniendo el mismo mobiliario, distribución y función original, lo que permite a los visitantes apreciar la arquitectura histórica mientras disfrutan de las colecciones exhibidas.

La colección del museo se compone de tres conjuntos principales:

  1. Cerámica de los Zuloaga:

    • Esta colección se extiende por cuatro salas, donde se exponen más de 300 obras, incluyendo piezas de cerámica, pintura y fotografía de Daniel Zuloaga y su familia, así como del taller y de sus colaboradores y amigos. Las obras de Zuloaga representan una parte esencial del arte modernista español, destacando por su innovación y calidad artística.
  2. Vidriería y Cristal de la Real Fábrica de Cristales de La Granja:

    • En esta sección, se exhiben cristales y vidrieras pertenecientes a la Real Fábrica de Cristales de La Granja, conocidos por su variedad de estilos, épocas, procedencia y calidad. La colección es una de las más completas del mundo en su tipo, ofreciendo una visión amplia del arte del vidrio y el cristal a través de los siglos.
  3. Arte Religioso del Museo Diocesano de Segovia:

    • La tercera colección se dedica al arte religioso, con más de 300 piezas que incluyen obras medievales y murales en pequeño formato. Estas obras fueron parte de la exposición Arte Diocesano Retrospectivo y la exposición temporal Vida de Jesús, que contó con 22 obras provenientes de fondos diocesanos y de distintas parroquias. Esta sección resalta la importancia del arte sacro en la historia de la diócesis de Segovia, ofreciendo a los visitantes una comprensión más profunda de la fe y su expresión artística.

Conclusiones

Entre 2006 y 2013, el Palacio Episcopal de Segovia vivió una etapa de intensa transformación que culminó en su exitosa rehabilitación y reapertura como un centro cultural y hostelero. Las diversas propuestas iniciales, aunque enfrentaron desafíos significativos, finalmente dieron paso a una solución sostenible que garantizó la conservación del edificio y su integración en la vida cultural y turística de la ciudad.

La colaboración entre la Iglesia Católica, el sector privado y las autoridades locales demostró ser una estrategia efectiva para revitalizar un espacio histórico, asegurando que el Palacio Episcopal no solo preservara su legado, sino que también se adaptara a las necesidades contemporáneas.

Fuentes consultadas

Para la elaboración de esta entrada de blog se han utilizado las siguientes publicaciones:

Concierto navideño en el patio del Palacio Episcopal con luces y decoraciones festivas.

Iluminación de Navidad

¡Únete a la magia de la temporada! El Palacio Episcopal cuenta con iluminación especial de Navidad y con horario ampliado de apertura 🎄✨

09:30 – 20:00

Más info

Retrato de Juan de Briviesca

Autor: Jerónimo López Polanco
s.XVII
Óleo sobre tabla

Juan de Briviesca (1585-1629) fue un sacerdote conocido por su dedicación a la fe y vida austera. Conocemos muchos detalles de su vida por la obra «Vida del Venerable sacerdote Juan de Briviesca«, escrita por su amigo Luis Vázquez.

Este retrato fue realizado por Jerónimo López Polanco en 1619, cuando Briviesca tenía 34 años. Puede encuadrarse en el barroco temprano español, caracterizado por claroscuros y gran atención al detalle. Aquí se captura tanto la apariencia física como la profundidad espiritual del personaje. El texto inferior fue añadido en 1716 y ofrece una breve biografía del retratado.

Jarrón de opalina

Escuela espñaola
Segunda mitad del s.XX

Este jarrón de opalina, creado en la segunda mitad del siglo XX, está inspirado en el estilo imperio. Este estilo se originó a principios del siglo XIX durante el reinado de Napoleón Bonaparte y se caracteriza por su grandiosidad y el uso de elementos decorativos clásicos como guirnaldas, coronas de laurel y estrellas, que simbolizan poder y gloria.
Aunque, este jarrón es una creación del siglo XX, emula con precisión la estética y el lujo característicos del estilo imperio original. Con su gemelo, esta pareja refuerza su presencia y simetría en la decoración, aumentando el atractivo visual de la sala donde su colocaran.

Lámpara de petróleo

Escuela espñaola
Primera mitad del s.XX

Esta lámpara de petróleo es una muestra representativa de la artesanía española del primer tercio del siglo XX, un periodo en el que la iluminación con petróleo todavía era común antes de la generalización de la electricidad en todos los hogares. Las lámparas de petróleo no solo eran objetos utilitarios, sino también piezas decorativas que reflejaban el estilo y la elegancia de la época.  
Los detalles ornamentales reflejan las influencias estilísticas de la época, posiblemente el Art Nouveau o el Historicismo, estilos que prevalecieron en las artes decorativas del periodo.

Tapiz "La Elevación de la Cruz"

Autor: Pedro Pablo Rubens
Manufactura: Jean-Baptiste Vermillion
s.XVIII

Esta obra textil recrea el tríptico de Pedro Pablo Rubens, La Elevación de la Cruz, conservado en la Catedral de Nuestra Señora en Bruselas. El tapiz aprovecha el formato tríptico para representar un momento clave de la Pasión de Cristo, capturando fielmente la esencia emocional y artística de la pintura de Rubens.

Jean-Baptiste Vermillion, conocido también como De Lana, destacó como un tejedor relevante en Bruselas durante el siglo XVIII. Tras tomar el control del taller de Jeroen Le Clerc en 1722, obtuvo privilegios significativos que reforzaron su prestigio dentro del ámbito textil. Fue nombrado decano de su gremio en 1726, y su influencia se mantuvo a lo largo de los años, a pesar de cerrar su taller en Bruselas en 1732 y sus intentos posteriores de establecer otro en Huy hasta 1741.

Virgen con el niño

s.XVI
Óleo sobre tabla

Copia del cuadro «La Virgen y el Niño en el paisaje vespertino» de Tiziano. El original fue pintado en Venecia entre 1550 y 1560 por orden del rey Felipe II. Estuvo mucho tiempo conservado en la sacristía del Escorial . Actualmente se exhibe en la galería Alte Pinakothek de Múnich .

La composición recuerda a las composiciones de Raffaello, pero el paisaje tranquilo y el cielo son típico de la pintura veneciana. Un estilo que también influirá a El Greco. Se trata de una de las obras más directas y cautivadoras del último período del pintor. 

Calvario

Autor: Jan van Scorel
s.XVI
Óleo sobre tabla

El cuadro «El Calvario», atribuido a Jan van Scorel y datado en el siglo XVI, es una obra de gran intensidad emocional y detallismo. En esta tabla se representa la crucifixión de Cristo con una composición equilibrada. Las figuras de la Virgen María, María Magdalena y San Juan muestran un meticuloso trabajo en sus vestimentas y expresiones, resaltando la habilidad de Van Scorel en capturar la humanidad del momento. El uso del color y la luz contribuye a enfatizar la solemnidad de la escena, mientras que el fondo enmarca la escena, demostrando la influencia del arte renacentista en esta obra.

Santo Entierro

s.XVI
Óleo sobre tabla

La pintura representa la escena del entierro de Cristo, con los personajes dispuestos alrededor de su cuerpo en un momento de profundo dolor y reverencia. Destacan las expresiones faciales y los gestos de los personajes, así como el meticuloso trabajo en las vestimentas. El uso del color y la luz resalta el dramatismo de la escena, mientras que el fondo con elementos arquitectónicos y naturales enmarca la composición con gran precisión, demostrando la maestría del autor anónimo.

La Ascensión

s.XV
Maestro de los Claveles
Óleo y temple sobre tabla

El Maestro de los Claveles, recibe su nombre por la flor que suele estar presente en sus obras. Vinculado al taller del Maestro de Ávila, sus tablas son ejemplos de la síntesis hispanoflamenca del siglo XV en Castilla, caracterizadas por el horror vacui, el detallismo de los brocados, y fondos con castillos y escenas urbanas. En su obra destaca la técnica cuidada y el dibujo preciso.

Predela de los apóstoles

s.XVI
Óleo sobre tabla

La predela es una sección horizontal que se ubica en la parte inferior de un retablo. Habitualmente se encuentra dividida en cajas o «casamentos»; y se utiliza para complementar las escenas del retablo principal con imágenes de un formato más pequeño. 

En esta predela se representa, de izquierda a derecha, a: San Andrés, San Bartolomé, San Pedro, San Pablo, Santiago y San Juan. De este último destaca la iconografía elegida (copa de la que emerge un dragón), la cual fue prohibida por el Concilio de Trento. Un detalle que, no solo confirma la datación de la obra, sino que también resalta su importancia en el registro histórico de la iconografía religiosa.

Corona de la Virgen de la Fuencisla

s.XVI
Diseño: Florentino Trapero
Orfebre: Otero y Riopérez

La Corona de Nuestra Señora de la Fuencisla es un símbolo de la realeza y santidad de la Virgen María. Su uso en imágenes marianas tiene sus raíces en la práctica de coronar figuras sagradas como muestra de veneración. Una tradición que se consolida en la Edad Media y el Renacimiento, cuando se busca resaltar la importancia y el carácter divino de las figuras religiosas. En la actualidad, continúa utilizándose, junto con la del Niño, para adornar a la Virgen durante la Semana Santa en Segovia

Cruz procesional

s.XVI
Orfebre: Antonio Oquendo

La cruz procesional simboliza la redención, el sacrificio de Cristo y su victoria sobre la muerte. . A nivel estructural tiene 3 elementos: vástago, macolla o nudo, y cruz. Puede denominarse también CRUZ ALZADA, que hace referencia a las cruces procesionales que se sujetan con una vara.

Rostrillo

s.XVIII
Orfebre: Lorenzo Cantero

Adorno que se coloca alrededor de la cara de las imágenes de la Virgen. El origen del rostrillo se encuentra en el complemento que usaban las mujeres para enmarcar su rostro y tapar el pelo. En el s.XVI se asocia a las viudas. Posteriormente, la escultura religiosa adopta este adorno para mostrar el luto de la Virgen por la muerte de su Hijo.

Esta pieza procede de la iglesia de San Miguel Arcángel (Segovia).

Naveta

s.XVI
Orfebre: Diego de Olmedo

Habitualmente se colocan en el altar, cerca del sagrario o del lugar donde se conserva el Santísimo Sacramento. Su forma de barco en la liturgia católica está motivada por su simbolismo. Representan la Iglesia como una embarcación que guía a los fieles hacia la salvación. Durante la Eucaristía, se utilizan junto con el incensario para quemar incienso, simbolizando la oración ascendiendo al cielo.

Cruz procesional

s.XIV

Destinada a presidir las ceremonias más importantes y encabeza procesiones, entierros, así como las diversas celebraciones en que participa la comunidad católica. Se inciensa por ser signo de Salvación. Esta pieza posee alma de madera sobre la que se adhieren las chapas de plata, blanca o dorada, mediante clavos. A nivel estructural tiene 3 elementos: vástago, macolla o nudo, y cruz.

Asunción de la Virgen

s.XIII

Altorrelieve policromado en alabastro datado del siglo XV perteneciente a la escuela inglesa. En él se representa la Asunción de la Virgen. María es elevada al cielo por ángeles, lo que simboliza su santidad y conexión celestial. La posición de sus manos en oración, denota humildad y aceptación de la voluntad divina. La corona enfatizan su realeza y pureza; y la aureola, su santidad y presencia divina.

San Mateo

s.XV

Esta escultura en alabastro de San Mateo, uno de los cuatro evangelistas, es obra de Sebastián de Almonacid del siglo XV.
 
En ella se observa a Mateo con dos de sus identificadores principales: el libro del Evangelio, y un ángel, su elemento antropomorfo. Almonacid, maestro de la transición gótico-renacentista, plasmó en la pieza la sobriedad y la humanidad propias del realismo nórdico. 

Arcángel San Gabriel

s.XVIII

Conocido como el mensajero de Dios. Simboliza la revelación y la verdad. Gabriel inspira a los fieles a escuchar su intuición y mensajes divinos, representando la comunicación, la esperanza y la fuerza.

Capitel

s.XIII

Capitel del siglo XIII, tallado en piedra caliza y de autoría anónima, que ilustra tres episodios clave del cristianismo. Un hecho que sitúa esta pieza como ejemplo de la narrativa visual medieval y el simbolismo religioso de la época.

  1. La Anunciación, en la que destaca el arcángel Gabriel mientras revela a María su destino como madre del Mesías.
  2. Tentación de Jesús, cuando rechaza a Satanás en el desierto.
  3. San Pedro portando las llaves celestiales, un presagiando de su liderazgo en la Iglesia. 

Capitel

s.XIII

Adornado con arpías y aves del paraíso. Las primeras simbolizan la lujuria y los vicios terrenales según la moralidad cristiana medieval.

A nivel iconográfico combina rostro humano, cuerpo de ave, pezuñas de caprino y cola de serpiente. Esta última la diferencia de las sirenas y refleja la influencia de la iconografía clásica. La capucha remite a los infieles, en particular a los musulmanes, en el contexto de las cruzadas.

Se trata de una pieza que testimonia la didáctica visual de la época y que instruía sobre el pecado y la redención.

Silla de caderas

Escuela española
Primer tercio del s.XX

También conocida como florentina, dantesca o jamuga. Se trata de un asiento plegable de doble tijera, que surge en Italia durante la Baja Edad Media, como resultado de la evolución de la silla de tijera. Sin embargo, esta tipología también es común en otros países europeos. En algunos de ellos fueron asientos de honor hasta el siglo XVII.
Progresivamente pierden importancia en favor de las sillas de brazos, pero durante el siglo XIX y XX vuelven a producirse por considerarse una producción típica española. Este ejemplar imita las originales de época renacentista y posee una gemela en las colecciones del Palacio Episcopal.

Entredós

Estilo imperial
Segunda mitad del s.XVIII

El origen de este mueble se sitúa en Francia en el siglo XVIII. Se trata de un armario bajo con puertas al frente y, generalmente, de poco fondo. Su nombre procede de su ubicación más habitual, los paños de pared entre ventanas. Solían producirse en parejas y tuvo gran aceptación durante el siglo XIX.
En el centro de las puertas de este entredós hay dos escenas pintadas sobre sendas placas de porcelana. En ellas se representan arquitecturas de carácter popular. El resto del frente presenta diferentes motivos en bronce dorado a fuego.

Épergne

Escuela española
s.XIX-XX

Desde el siglo XVII se disponen en la mesa diferentes elementos que progresivamente han adoptado una función meramente decorativa. Entre ellos se encuentran los centros de mesa, el frutero o el conocido como “épergne”. Este último fue introducido desde Francia en el s.XVIII y solía utilizarse para contener cualquier tipo de comida o postre. Las argollas situadas bajo los leones alados de sus extremos podrían indicar que, inicialmente, estaba configurado por otros elementos.

Capitel

s.XIII

Decorado con arpías y aves del paraíso. Las primeras simbolizan la lujuria y los vicios terrenales en la moralidad cristiana medieval. A nivel iconográfico combinan rostro humano, cuerpo de ave, pezuñas de caprino y cola de serpiente. Este último atributo las diferencia de las sirenas y refleja la influencia de la iconografía clásica. La capucha remite a los infieles, en particular a los musulmanes, en el contexto de las Cruzadas. Se trata de una pieza que testimonia la didáctica visual medieval, que instruía sobre el pecado y la redención.