El Palacio
SOBRE EL PALACIO EPISCOPAL
El Palacio Episcopal de Segovia fue el lugar de residencia de los obispos hasta finales del siglo XX. Se construyó en 1755 sobre los restos del Palacio de los Salcedo, del que se conserva la fachada y portada renacentista. En esta última destaca un programa iconográfico basado en Hércules, fundador mítico de Segovia.
La visita al edificio consta de dos partes: las salas de exposición en las que pueden verse objetos de orfebrería litúrgica, escultura, pintura, textiles, etc.; y las salas nobles del palacio, que sirvieron de representación y vivienda a los obispos de Segovia hasta tiempos recientes.

HISTORIA DE LA INSTITUCIÓN





Originalmente concebido como un palacio nobiliario, el edificio fue adquirido en el siglo XVIII por el obispo Manuel Murillo y Argáiz, quien lo transformó en el Palacio Episcopal de Segovia. Desde entonces, se convirtió en la residencia oficial de los sucesivos obispos de la diócesis, uso que se mantuvo hasta 1969. Además, el palacio funcionó como el centro neurálgico de la Diócesis de Segovia hasta principios del siglo XXI, consolidándose como un importante referente de la historia religiosa y administrativa de la ciudad.

Durante la invasión francesa de España, dejó de ser sede episcopal al destinarse a sede del Gobernador de Segovia entre 1809 y 1811. En 1811 y 1812, fue lugar de descanso durante las visitas a Segovia de José Bonaparte.


El Palacio Episcopal de Segovia tuvo un papel destacado en la historia del actual Museo de Segovia, funcionando parcialmente como su sede bajo la tutela de la Junta de Clasificación. Esta institución se creó para conservar las colecciones de arte procedentes de la desamortización de bienes de la Iglesia durante la primera mitad del siglo XIX. Su primer director, Felipe Pardo y García, fue una figura clave, combinando su labor como Director de Estudios de la Escuela de Nobles Artes de Segovia con su cargo de Canónigo de la Catedral de Segovia.
El documento que respalda esta etapa histórica refleja la conciencia de aportar un valor cultural a la ciudad y el compromiso con la conservación del patrimonio artístico. Sin embargo, años más tarde, la colección comenzó a trasladarse a las iglesias de San Juan y San Facundo, aunque estas no serían sus ubicaciones definitivas. Algunas obras permanecieron en el Palacio Episcopal hasta 1857.


El Palacio Episcopal de Segovia desempeñó un papel destacado en la Exposición Diocesana de Arte Retrospectivo, inaugurada el 23 de abril de 1921. Este evento formó parte de los actos conmemorativos del V Centenario de la muerte de Juan Bravo y fue organizado por don Benito de Frutos. La exposición contó con piezas cedidas por la Catedral de Segovia, diversas parroquias de la ciudad, la Colegiata de San Ildefonso, el Ayuntamiento y la Diputación Provincial. Durante esta exposición, se conformaron las colecciones de pintura, escultura, orfebrería y ornamentos sagrados que actualmente enriquecen las salas del Palacio.
Tras la clausura de la exposición en 1921, el obispo Manuel de Castro y Alonso manifestó, a través del Boletín Eclesiástico, su deseo de crear un Museo Diocesano utilizando parte de los objetos expuestos. Para ello, se solicitó al clero el depósito en el Palacio Episcopal de aquellas piezas que no fueran indispensables para el culto en sus parroquias. Como resultado, 38 piezas quedaron en exposición permanente en la antigua sala de conferencias del Palacio, entre ellas la destacada casulla bordada en paja procedente de Revenga. Sin embargo, en 1928, el Museo Diocesano entró en decadencia (saber más)




El Obispado de Segovia emprendió la rehabilitación del Palacio Episcopal durante diez años, con reparaciones estructurales, modernización de instalaciones y restauración de colecciones artísticas. Se invirtieron 150 millones de pesetas, en su mayoría aportados por Caja Segovia, para acondicionar la segunda planta como museo y recuperar espacios emblemáticos como el despacho, el salón del trono y la sala de audiencias. En 1995, concluyeron las principales intervenciones, abriéndose al público un recinto renovado que atestigua la vida cotidiana de los obispos.
El obispo Antonio Palenzuela lideró el proyecto, contando con la colaboración del presidente de Caja Segovia, José González Blanco, y del director del Museo Episcopal, Benedicto Cuesta, comprometido con la divulgación del arte sacro. Esta inauguración marcó un hito para la ciudad, revalorizando su patrimonio religioso y cultural.




Entre 2006 y 2011, el Palacio Episcopal de Segovia pasó por diversas propuestas de uso: acoger un Museo de Ingeniería Romana, servir de espacio al Museo de Fotografía, ser sede de la Fundación ‘Las Edades del Hombre’ o convertirse en subsede del Museo del Prado.
El Obispado buscaba un plan sostenible que fusionara cultura y conservación. Finalmente, en 2009, optó por ceder la gestión a una empresa privada durante 25 años, combinando usos hosteleros y expositivos. A partir de 2010, se emprendieron obras de rehabilitación, instalando colecciones de arte y reabriendo el Museo Diocesano. Este acuerdo ofreció un futuro estable al Palacio, integrándolo en la vida cultural y turística de Segovia.



Con el traslado de las dependencias del obispado a la actual ubicación frente a la Plaza de Adolfo Suárez, se retoma la idea de convertir el Palacio Episcopal en un espacio expositivo. Finalmente, en 26 de septiembre de 2013 se reabrió como Museo, gracias al impulso del obispo Ángel Rubio Castro.
Albergó tres colecciones de arte representativas: cerámica de los Zuloaga, la de vidrio y cristal de la Real Fábrica de Cristales de La Granja y la de arte religioso del Museo Diocesano de Segovia.

Comienza un nuevo proyecto museográfico en el conjunto de la primera planta dedicada al museo y la conocida como parte noble, donde vivieron los obispos. La exposición estaba configurada por 185 obras de arte asociadas a la liturgia católica, de las cuales 120 eran de orfebrería. La apertura se produjo en 2019 bajo el nombre “Museo de Orfebrería Splendor Fidei”, una apuesta de la Diócesis de Segovia y la empresa elegida para relanzar el Palacio.
La reforma buscó ofrecer una museografía didáctica de calidad y garantizar la accesibilidad de los visitantes. El recorrido abordaba temas como la fe cristiana, y la indisolubilidad entre la obra de arte y la fe. Lamentablemente cerró sus puertas en 2020.



El Cabildo de la Catedral de Segovia asumió la gestión del Palacio Episcopal mediante una completa adaptación y la incorporación de herramientas divulgativas como una app, cartelería adaptada y un proyecto educativo.
Con la reapertura, el objetivo es convertir el Palacio en un referente artístico, histórico y religioso de la ciudad. Se han implementado actividades innovadoras como el Escape Room y visitas gamificadas, además de plataformas digitales que mejoran la comunicación con la sociedad. Estas iniciativas buscan revitalizar el espacio, fomentar la interacción cultural y modernizar la experiencia del visitante, consolidando al Palacio Episcopal como un centro dinámico y accesible para todos.
EL ANTIGUO PALACIO EPISCOPAL
El Palacio Episcopal de Segovia tiene una historia fascinante que se remonta a la época medieval. Según Diego de Colmenares (1586-1651), sacerdote y cronista de Segovia, las primeras casas obispales se situaban junto a la catedral románica de Santa María, frente al Alcázar de Segovia. Sin embargo, la construcción del claustro gótico en tiempos del obispo Juan Arias Dávila en el siglo XV redujo el espacio de estas viviendas, afectando su funcionalidad.
La Guerra de las Comunidades en 1520 provocó daños estructurales tanto en la antigua catedral como en las casas obispales, dificultando su uso por los prelados. No obstante, el obispo Arias Dávila, consciente de la necesidad de una sede adecuada, construyó en 1472 unas suntuosas casas al otro lado del templo, que donó a la mesa obispal, convirtiéndolas en el primer Palacio Episcopal de Segovia.
Aunque el levantamiento comunero afectó gravemente a la catedral y a las casas obispales, el Palacio Episcopal permaneció intacto. Sin embargo, la construcción de la nueva Catedral de Segovia a partir de 1525, situada junto a la Plaza Mayor y alejada del Alcázar, llevó a la Diócesis de Segovia a reconsiderar la ubicación del palacio.
A mediados del siglo XVIII, el obispo Manuel Murillo y Argaiz tomó la decisión de trasladar el palacio a un nuevo emplazamiento. En 1755, adquirió el Palacio de los Salcedo, un edificio inacabado y abandonado durante décadas. Al año siguiente, lo derribó conservando únicamente la fachada original y construyó un nuevo palacio en estilo neoclásico, que es el edificio que hoy se puede visitar.