- Lunes a domingo 9:30 a 18:30 h
- Pl. San Esteban, 13, 40003 Segovia
Atribuida al Maestro de los Claveles, La Ascensión, sorprende por su fuerza expresiva y su delicado simbolismo. Esta pintura forma parte de las colecciones permanentes del museo y ofrece una ventana privilegiada al arte hispanoflamenco de finales del siglo XV. Realizada con una técnica minuciosa y una composición cuidada, la escena invita al espectador a detenerse, observar y descifrar el lenguaje visual de una época fascinante.
El Maestro de los Claveles es un pintor anónimo activo en Castilla entre finales del siglo XV y comienzos del XVI. Aunque su identidad real sigue sin conocerse, su obra revela influencias flamencas claras, tanto por el uso minucioso del detalle como por la atención a la luz, los pliegues y la naturaleza. Las características repetidas en sus obras han permitido a los expertos identificar su mano en distintas obras repartidas por la diócesis de Segovia y así situarlo en el contexto artístico de la pintura hispanoflamenca.
Inicialmente, se le denominó «Maestro de Geria» por una pintura ubicada en esa localidad vallisoletana. José Gudiol lo relacionó con el Maestro de Ávila y lo denominó «Discípulo Segundo del Maestro de Ávila» por el parentesco estilístico. Otros, como el Marqués de Lozoya, lo llamaron «Maestro de las Clavellinas» por la presencia reiterada de estas flores en sus paisajes. Finalmente, Rosario Rodríguez propuso el nombre de «Maestro de los Claveles», que ha sido mantenido por Fernando Collar de Cáceres.
Ante la falta de documentación directa sobre su identidad, su técnica, estilo y la localización de un gran número de obras en Segovia se han convertido en las claves para situarlo dentro del contexto artístico del gótico hispanoflamenco. Todas las pinturas atribuidas al Maestro de los Claveles comparten rasgos comunes: el uso de modelos flamencos, la representación de interiores abigarrados sin apenas huecos libres, el esquematismo de las figuras, la rigidez de los tipos humanos y una atención minuciosa al detalle, especialmente en las vestimentas y fondos arquitectónicos. Podemos observar otra obra de este artista en la Sala de Pintura de la Catedral de Segovia.
El cuadro, La Ascensión, es una muestra destacada del estilo hispanoflamenco, una corriente artística que floreció en Castilla en el siglo XV. Este estilo surge como síntesis entre el arte gótico local y las innovaciones flamencas llegadas del norte de Europa. Sus obras reflejan una espiritualidad intensa, un gusto por el detalle minucioso y una mirada más cercana y humana sobre los temas religiosos.
A diferencia del idealismo italiano, el arte hispanoflamenco apuesta por una representación realista, donde los objetos cotidianos, los paisajes y los gestos cobran valor simbólico. Esto es fruto de la influencia del nominalismo, una corriente filosófica que impulsa la observación del mundo particular como vía para entender lo universal y lo divino.
La pintura flamenca introdujo en Castilla técnicas más avanzadas como el uso del óleo con veladuras, que permitió reproducir texturas, reflejos y calidades materiales con una precisión inédita. Aunque muchos artistas castellanos seguían usando temple con retoques en óleo, el resultado conservaba esa búsqueda de verosimilitud y expresividad.
La fusión de atención al detalle, espiritualidad y técnica convierten al estilo hispanoflamenco en una de las manifestaciones más singulares del gótico tardío. Por ello, podemos decir que, La Ascensión del Maestro de los Claveles, es una obra clave para entenderlo.
En el caso del Maestro de los Claveles, la influencia del estilo flamenco se refleja en:
Un horror vacui que llena toda la superficie pictórica de motivos: flores, brocados, arquitecturas, libros,etc.
Un gusto por los fondos urbanos y paisajes minuciosos, donde se cuelan escenas de la vida cotidiana
Un dibujo preciso y una técnica cuidada, que permiten identificar su mano en varias obras de la diócesis de Segovia.
La Ascensión mantiene las características fundamentales del estilo hispanoflamenco: una composición equilibrada, personajes solemnes, paisajes con profundidad atmosférica y una técnica precisa que permite apreciar el más mínimo detalle en los rostros, telas o plantas.
Esta tabla representa el momento de la Ascensión de Cristo, un episodio bíblico en el que Jesús se eleva al cielo tras resucitar, dejando atrás a los discípulos y a la Virgen. La escena se desarrolla en un paisaje minuciosamente detallado que fusiona elementos rurales y urbanos. Dos ríos serpentean el terreno hasta desembocar en el mar, donde se distinguen numerosas embarcaciones, desde naves de gran calado hasta pequeñas barcas, aportando dinamismo y una sensación de mundo habitado.
En la parte inferior de la composición, los apóstoles se agrupan en semicírculo alrededor de la Virgen, con gestos de asombro, recogimiento y devoción. Cada uno está identificado por su nombre inscrito en el nimbo dorado. En la zona superior, Cristo aparece sosteniendo con la mano izquierda una cruz procesional y bendiciendo con la derecha.
A diferencia de otras representaciones donde el cielo se abre para acoger al Redentor, aquí la escena mantiene su anclaje en la tierra, sin ruptura del paisaje, lo que refuerza la corporalidad de la visión. Destaca la riqueza cromática, la precisión en la representación de los tejidos y la expresividad de los rostros, que hacen de esta obra un ejemplo notable del estilo hispanoflamenco, caracterizado por su detallismo narrativo y simbólico.
Uno de los detalles más llamativos de esta obra son las huellas de los pies de Cristo. Pueden verse en el monte central, que representa el Monte de los Olivos, lugar donde, según la tradición, tuvo lugar la Ascensión.
Estas huellas no son un simple detalle decorativo. Son un motivo habitual en el arte medieval y renacentista. Se conocen como Vestigia Christi —“huellas de Cristo”— y simbolizan el último contacto físico de Jesús con la tierra antes de ascender al cielo.
Más que un gesto narrativo, estas marcas son una imagen devocional muy poderosa. Representan una presencia que ya no está, pero cuya huella permanece. Una prueba visual y emocional que refuerza la idea de que la Encarnación y la Ascensión fueron reales. En próximas publicaciones hablaremos más sobre este símbolo y su evolución en la historia del arte.
La Ascensión del Maestro de los Claveles es mucho más que una pintura devocional. Esta obra representa uno de los ejemplos más refinados del arte hispanoflamenco en Castilla y permite apreciar cómo la técnica, el simbolismo y la espiritualidad se funden en un lenguaje visual único. Su presencia en el Palacio Episcopal de Segovia no solo refuerza el valor artístico del edificio, sino que invita a profundizar en la historia del arte y en las escuelas locales que florecieron a finales del siglo XV.
¿Planeas una escapada cultural a Segovia? El Palacio Episcopal conserva obras únicas del arte hispanoflamenco castellano del siglo XV. Una visita ideal para amantes de la historia del arte, la iconografía religiosa y el turismo patrimonial.
La próxima vez que visites el Palacio Episcopal de Segovia, detente frente a La Ascensión. Es una oportunidad única para contemplar de cerca el legado de un maestro anónimo cuya obra sigue conmoviendo por su belleza, simbolismo y sensibilidad.
¡Únete a la magia de la temporada! El Palacio Episcopal cuenta con iluminación especial de Navidad y con horario ampliado de apertura 🎄✨
09:30 – 20:00
Retrato de Juan de Briviesca
Autor: Jerónimo López Polanco
s.XVII
Óleo sobre tabla
Juan de Briviesca (1585-1629) fue un sacerdote conocido por su dedicación a la fe y vida austera. Conocemos muchos detalles de su vida por la obra «Vida del Venerable sacerdote Juan de Briviesca«, escrita por su amigo Luis Vázquez.
Este retrato fue realizado por Jerónimo López Polanco en 1619, cuando Briviesca tenía 34 años. Puede encuadrarse en el barroco temprano español, caracterizado por claroscuros y gran atención al detalle. Aquí se captura tanto la apariencia física como la profundidad espiritual del personaje. El texto inferior fue añadido en 1716 y ofrece una breve biografía del retratado.
Si quieres saber más sobre esta obra: Pulsa aquí
Jarrón de opalina
Escuela espñaola
Segunda mitad del s.XX
Este jarrón de opalina, creado en la segunda mitad del siglo XX, está inspirado en el estilo imperio. Este estilo se originó a principios del siglo XIX durante el reinado de Napoleón Bonaparte y se caracteriza por su grandiosidad y el uso de elementos decorativos clásicos como guirnaldas, coronas de laurel y estrellas, que simbolizan poder y gloria.
Aunque, este jarrón es una creación del siglo XX, emula con precisión la estética y el lujo característicos del estilo imperio original. Con su gemelo, esta pareja refuerza su presencia y simetría en la decoración, aumentando el atractivo visual de la sala donde su colocaran.
Lámpara de petróleo
Escuela espñaola
Primera mitad del s.XX
Esta lámpara de petróleo es una muestra representativa de la artesanía española del primer tercio del siglo XX, un periodo en el que la iluminación con petróleo todavía era común antes de la generalización de la electricidad en todos los hogares. Las lámparas de petróleo no solo eran objetos utilitarios, sino también piezas decorativas que reflejaban el estilo y la elegancia de la época.
Los detalles ornamentales reflejan las influencias estilísticas de la época, posiblemente el Art Nouveau o el Historicismo, estilos que prevalecieron en las artes decorativas del periodo.
Tapiz "La Elevación de la Cruz"
Autor: Pedro Pablo Rubens
Manufactura: Jean-Baptiste Vermillion
s.XVIII
Esta obra textil recrea el tríptico de Pedro Pablo Rubens, La Elevación de la Cruz, conservado en la Catedral de Nuestra Señora en Bruselas. El tapiz aprovecha el formato tríptico para representar un momento clave de la Pasión de Cristo, capturando fielmente la esencia emocional y artística de la pintura de Rubens.
Jean-Baptiste Vermillion, conocido también como De Lana, destacó como un tejedor relevante en Bruselas durante el siglo XVIII. Tras tomar el control del taller de Jeroen Le Clerc en 1722, obtuvo privilegios significativos que reforzaron su prestigio dentro del ámbito textil. Fue nombrado decano de su gremio en 1726, y su influencia se mantuvo a lo largo de los años, a pesar de cerrar su taller en Bruselas en 1732 y sus intentos posteriores de establecer otro en Huy hasta 1741.
Virgen con el niño
s.XVI
Óleo sobre tabla
Copia del cuadro «La Virgen y el Niño en el paisaje vespertino» de Tiziano. El original fue pintado en Venecia entre 1550 y 1560 por orden del rey Felipe II. Estuvo mucho tiempo conservado en la sacristía del Escorial . Actualmente se exhibe en la galería Alte Pinakothek de Múnich .
La composición recuerda a las composiciones de Raffaello, pero el paisaje tranquilo y el cielo son típico de la pintura veneciana. Un estilo que también influirá a El Greco. Se trata de una de las obras más directas y cautivadoras del último período del pintor.
Calvario
Autor: Jan van Scorel
s.XVI
Óleo sobre tabla
El cuadro «El Calvario», atribuido a Jan van Scorel y datado en el siglo XVI, es una obra de gran intensidad emocional y detallismo. En esta tabla se representa la crucifixión de Cristo con una composición equilibrada. Las figuras de la Virgen María, María Magdalena y San Juan muestran un meticuloso trabajo en sus vestimentas y expresiones, resaltando la habilidad de Van Scorel en capturar la humanidad del momento. El uso del color y la luz contribuye a enfatizar la solemnidad de la escena, mientras que el fondo enmarca la escena, demostrando la influencia del arte renacentista en esta obra.
Santo Entierro
s.XVI
Óleo sobre tabla
La pintura representa la escena del entierro de Cristo, con los personajes dispuestos alrededor de su cuerpo en un momento de profundo dolor y reverencia. Destacan las expresiones faciales y los gestos de los personajes, así como el meticuloso trabajo en las vestimentas. El uso del color y la luz resalta el dramatismo de la escena, mientras que el fondo con elementos arquitectónicos y naturales enmarca la composición con gran precisión, demostrando la maestría del autor anónimo.
La Ascensión
s.XV
Maestro de los Claveles
Óleo y temple sobre tabla
El Maestro de los Claveles, recibe su nombre por la flor que suele estar presente en sus obras. Vinculado al taller del Maestro de Ávila, sus tablas son ejemplos de la síntesis hispanoflamenca del siglo XV en Castilla, caracterizadas por el horror vacui, el detallismo de los brocados, y fondos con castillos y escenas urbanas. En su obra destaca la técnica cuidada y el dibujo preciso.
Si quieres saber más sobre esta obra, puedes leer nuestras entradas específicas sobre:
Predela de los apóstoles
s.XVI
Óleo sobre tabla
La predela es una sección horizontal que se ubica en la parte inferior de un retablo. Habitualmente se encuentra dividida en cajas o «casamentos»; y se utiliza para complementar las escenas del retablo principal con imágenes de un formato más pequeño.
En esta predela se representa, de izquierda a derecha, a: San Andrés, San Bartolomé, San Pedro, San Pablo, Santiago y San Juan. De este último destaca la iconografía elegida (copa de la que emerge un dragón), la cual fue prohibida por el Concilio de Trento. Un detalle que, no solo confirma la datación de la obra, sino que también resalta su importancia en el registro histórico de la iconografía religiosa.
Corona de la Virgen de la Fuencisla
s.XVI
Diseño: Florentino Trapero
Orfebre: Otero y Riopérez
La Corona de Nuestra Señora de la Fuencisla es un símbolo de la realeza y santidad de la Virgen María. Su uso en imágenes marianas tiene sus raíces en la práctica de coronar figuras sagradas como muestra de veneración. Una tradición que se consolida en la Edad Media y el Renacimiento, cuando se busca resaltar la importancia y el carácter divino de las figuras religiosas. En la actualidad, continúa utilizándose, junto con la del Niño, para adornar a la Virgen durante la Semana Santa en Segovia
Cruz procesional
s.XVI
Orfebre: Antonio Oquendo
La cruz procesional simboliza la redención, el sacrificio de Cristo y su victoria sobre la muerte. . A nivel estructural tiene 3 elementos: vástago, macolla o nudo, y cruz. Puede denominarse también CRUZ ALZADA, que hace referencia a las cruces procesionales que se sujetan con una vara.
Adorno que se coloca alrededor de la cara de las imágenes de la Virgen. El origen del rostrillo se encuentra en el complemento que usaban las mujeres para enmarcar su rostro y tapar el pelo. En el s.XVI se asocia a las viudas. Posteriormente, la escultura religiosa adopta este adorno para mostrar el luto de la Virgen por la muerte de su Hijo.
Esta pieza procede de la iglesia de San Miguel Arcángel (Segovia).
Naveta
s.XVI
Orfebre: Diego de Olmedo
Habitualmente se colocan en el altar, cerca del sagrario o del lugar donde se conserva el Santísimo Sacramento. Su forma de barco en la liturgia católica está motivada por su simbolismo. Representan la Iglesia como una embarcación que guía a los fieles hacia la salvación. Durante la Eucaristía, se utilizan junto con el incensario para quemar incienso, simbolizando la oración ascendiendo al cielo.
Cruz procesional
s.XIV
Destinada a presidir las ceremonias más importantes y encabeza procesiones, entierros, así como las diversas celebraciones en que participa la comunidad católica. Se inciensa por ser signo de Salvación. Esta pieza posee alma de madera sobre la que se adhieren las chapas de plata, blanca o dorada, mediante clavos. A nivel estructural tiene 3 elementos: vástago, macolla o nudo, y cruz.
Altorrelieve policromado en alabastro datado del siglo XV perteneciente a la escuela inglesa. En él se representa la Asunción de la Virgen. María es elevada al cielo por ángeles, lo que simboliza su santidad y conexión celestial. La posición de sus manos en oración, denota humildad y aceptación de la voluntad divina. La corona enfatizan su realeza y pureza; y la aureola, su santidad y presencia divina.
San Mateo
s.XV
Capitel
s.XIII
Capitel del siglo XIII, tallado en piedra caliza y de autoría anónima, que ilustra tres episodios clave del cristianismo. Un hecho que sitúa esta pieza como ejemplo de la narrativa visual medieval y el simbolismo religioso de la época.
Capitel
s.XIII
Adornado con arpías y aves del paraíso. Las primeras simbolizan la lujuria y los vicios terrenales según la moralidad cristiana medieval.
A nivel iconográfico combina rostro humano, cuerpo de ave, pezuñas de caprino y cola de serpiente. Esta última la diferencia de las sirenas y refleja la influencia de la iconografía clásica. La capucha remite a los infieles, en particular a los musulmanes, en el contexto de las cruzadas.
Se trata de una pieza que testimonia la didáctica visual de la época y que instruía sobre el pecado y la redención.
También conocida como florentina, dantesca o jamuga. Se trata de un asiento plegable de doble tijera, que surge en Italia durante la Baja Edad Media, como resultado de la evolución de la silla de tijera. Sin embargo, esta tipología también es común en otros países europeos. En algunos de ellos fueron asientos de honor hasta el siglo XVII.
Progresivamente pierden importancia en favor de las sillas de brazos, pero durante el siglo XIX y XX vuelven a producirse por considerarse una producción típica española. Este ejemplar imita las originales de época renacentista y posee una gemela en las colecciones del Palacio Episcopal.
El origen de este mueble se sitúa en Francia en el siglo XVIII. Se trata de un armario bajo con puertas al frente y, generalmente, de poco fondo. Su nombre procede de su ubicación más habitual, los paños de pared entre ventanas. Solían producirse en parejas y tuvo gran aceptación durante el siglo XIX.
En el centro de las puertas de este entredós hay dos escenas pintadas sobre sendas placas de porcelana. En ellas se representan arquitecturas de carácter popular. El resto del frente presenta diferentes motivos en bronce dorado a fuego.
Desde el siglo XVII se disponen en la mesa diferentes elementos que progresivamente han adoptado una función meramente decorativa. Entre ellos se encuentran los centros de mesa, el frutero o el conocido como “épergne”. Este último fue introducido desde Francia en el s.XVIII y solía utilizarse para contener cualquier tipo de comida o postre. Las argollas situadas bajo los leones alados de sus extremos podrían indicar que, inicialmente, estaba configurado por otros elementos.
Decorado con arpías y aves del paraíso. Las primeras simbolizan la lujuria y los vicios terrenales en la moralidad cristiana medieval. A nivel iconográfico combinan rostro humano, cuerpo de ave, pezuñas de caprino y cola de serpiente. Este último atributo las diferencia de las sirenas y refleja la influencia de la iconografía clásica. La capucha remite a los infieles, en particular a los musulmanes, en el contexto de las Cruzadas. Se trata de una pieza que testimonia la didáctica visual medieval, que instruía sobre el pecado y la redención.