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DE LA ENFILADA AL PASILLO: CLAVES DE LA ARQUITECTURA PALACIEGA

RESUMEN

¿Te has preguntado alguna vez de dónde viene el pasillo de tu casa?

Aunque hoy nos parece un elemento común de cualquier vivienda, su aparición está ligada a una evolución histórica en la arquitectura doméstica y palaciega.

Antes de que existiera el pasillo como lo conocemos, lo habitual era la disposición en enfilada, una secuencia de estancias alineadas muy frecuente en los palacios de los siglos XVI y XVII.

En esta entrada exploraremos cómo se pasó de la enfilada, símbolo de jerarquía y ceremonialidad, al pasillo como recurso funcional y privado en la arquitectura del siglo XVIII y XIX.

Vista de la Antesala I del Palacio Episcopal de Segovia con mobiliario de estilo francés, lámparas de cristal de Baccarat y vitrinas con imágenes religiosas

La distribución en enfilada: jerarquía y ceremonial en la arquitectura de los siglos XVI y XVII

En la arquitectura renacentista y barroca, era común organizar los espacios mediante la enfilada: una secuencia de estancias alineadas en un mismo eje, de modo que sus puertas quedaban enfrentadas. Este sistema no era solo una solución constructiva, sino también un recurso simbólico y social.

Recorrer una enfilada significaba atravesar salas de diferente importancia hasta llegar a la más destacada, normalmente la sala de audiencias o el salón principal. Así, el propio recorrido mostraba la jerarquía social: cuanto más lejos y más difícil de alcanzar era la estancia, mayor era su relevancia. También mostraba la jerarquía diferenciando a quienes podían acceder a todas las salas de quienes quedaban relegados a las primeras, las salas de espera.

Ejemplos de esta arquitectura pueden encontrarse en numerosos palacios europeos y españoles de los siglos XVI y XVII, donde la enfilada se convirtió en símbolo de representación y de control del espacio.

El origen del pasillo: privacidad y funcionalidad en el siglo XVIII y XIX

Con el tránsito al siglo XIX se introdujeron importantes innovaciones en la arquitectura de la vivienda, algunas ya anunciadas en la centuria anterior. A los conceptos de bienestar y confort se sumó el triunfo del funcionalismo, que transformó radicalmente la organización de los espacios.

La disposición en enfilada fue desapareciendo poco a poco, sustituida por los pasillos de distribución que permitían acceder a cada estancia de manera independiente. Al mismo tiempo surgieron habitaciones con funciones específicas, como el comedor o el salón, que sustituyeron la polivalencia de los grandes salones palaciegos.

Este cambio estuvo estrechamente ligado a la nueva mentalidad burguesa, que valoraba la intimidad, la privacidad y la especialización de los espacios domésticos. Frente a los amplios salones adaptables de los siglos anteriores, la casa del XIX apostaba por estancias más pequeñas, diseñadas para usos concretos y más próximas a la vida cotidiana que conocemos hoy.

De los palacios a las viviendas modernas

El modelo de pasillo de distribución que comenzó en los palacios del siglo XVIII y se consolidó en las viviendas burguesas del XIX acabó extendiéndose a la arquitectura doméstica de las ciudades. Con él, la casa pasó de ser un espacio de grandes estancias polivalentes a un conjunto de habitaciones diferenciadas, conectadas por corredores que organizaban la vida cotidiana.

Este sistema pronto se convirtió en un estándar en la construcción de viviendas urbanas. El pasillo garantizaba circulación fluida, privacidad y una organización clara entre las zonas de uso común (salón, comedor) y los espacios más íntimos (dormitorios).

De este modo, lo que en su origen fue un recurso propio de la arquitectura palaciega se transformó en un elemento básico de la vivienda moderna. Hoy resulta difícil imaginar una casa sin pasillo, pero su presencia tiene detrás una historia que conecta directamente con los palacios y residencias de los siglos XVII al XIX.

El Palacio Episcopal de Segovia: un caso de enfilada en el siglo XVIII

El Palacio Episcopal de Segovia, cuya construcción comenzó en 1755 por iniciativa del obispo Manuel Murillo y Argáiz, se levantó en un periodo de transición entre la enfilada tradicional y el modelo de pasillo que empezaba a imponerse en Europa.

Pese a ello, el edificio mantiene una clara disposición en enfilada, donde las estancias principales se alinean formando un recorrido jerárquico hacia los espacios más solemnes. Esta elección respondía al carácter representativo del Palacio, pensado como residencia episcopal y lugar de recepción oficial, donde la arquitectura debía reflejar el estatus institucional de la diócesis.

Si quieres saber más sobre las Salas Nobles del Palacio Episcopal: pulsa aquí

Vista de la Antesala II del Palacio Episcopal de Segovia con mobiliario isabelino, bargueño castellano y óleos del siglo XVIII
Vista del Salón del Trono del Palacio Episcopal de Segovia con dosel, mobiliario francés y retratos de obispos.
Plano del Palacio Episcopal de Segovia con distribución en enfilada y estancias privadas señaladas
Salón de Recibir con mobiliario francés, retratos de figuras históricas y óleos sobre cobre del siglo XVIII.
Concierto navideño en el patio del Palacio Episcopal con luces y decoraciones festivas.

Iluminación de Navidad

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09:30 – 20:00

Más info

Retrato de Juan de Briviesca

Autor: Jerónimo López Polanco
s.XVII
Óleo sobre tabla

Juan de Briviesca (1585-1629) fue un sacerdote conocido por su dedicación a la fe y vida austera. Conocemos muchos detalles de su vida por la obra «Vida del Venerable sacerdote Juan de Briviesca«, escrita por su amigo Luis Vázquez.

Este retrato fue realizado por Jerónimo López Polanco en 1619, cuando Briviesca tenía 34 años. Puede encuadrarse en el barroco temprano español, caracterizado por claroscuros y gran atención al detalle. Aquí se captura tanto la apariencia física como la profundidad espiritual del personaje. El texto inferior fue añadido en 1716 y ofrece una breve biografía del retratado.

Si quieres saber más sobre esta obra: Pulsa aquí

Jarrón de opalina

Escuela espñaola
Segunda mitad del s.XX

Este jarrón de opalina, creado en la segunda mitad del siglo XX, está inspirado en el estilo imperio. Este estilo se originó a principios del siglo XIX durante el reinado de Napoleón Bonaparte y se caracteriza por su grandiosidad y el uso de elementos decorativos clásicos como guirnaldas, coronas de laurel y estrellas, que simbolizan poder y gloria.
Aunque, este jarrón es una creación del siglo XX, emula con precisión la estética y el lujo característicos del estilo imperio original. Con su gemelo, esta pareja refuerza su presencia y simetría en la decoración, aumentando el atractivo visual de la sala donde su colocaran.

Lámpara de petróleo

Escuela espñaola
Primera mitad del s.XX

Esta lámpara de petróleo es una muestra representativa de la artesanía española del primer tercio del siglo XX, un periodo en el que la iluminación con petróleo todavía era común antes de la generalización de la electricidad en todos los hogares. Las lámparas de petróleo no solo eran objetos utilitarios, sino también piezas decorativas que reflejaban el estilo y la elegancia de la época.  
Los detalles ornamentales reflejan las influencias estilísticas de la época, posiblemente el Art Nouveau o el Historicismo, estilos que prevalecieron en las artes decorativas del periodo.

Tapiz "La Elevación de la Cruz"

Autor: Pedro Pablo Rubens
Manufactura: Jean-Baptiste Vermillion
s.XVIII

Esta obra textil recrea el tríptico de Pedro Pablo Rubens, La Elevación de la Cruz, conservado en la Catedral de Nuestra Señora en Bruselas. El tapiz aprovecha el formato tríptico para representar un momento clave de la Pasión de Cristo, capturando fielmente la esencia emocional y artística de la pintura de Rubens.

Jean-Baptiste Vermillion, conocido también como De Lana, destacó como un tejedor relevante en Bruselas durante el siglo XVIII. Tras tomar el control del taller de Jeroen Le Clerc en 1722, obtuvo privilegios significativos que reforzaron su prestigio dentro del ámbito textil. Fue nombrado decano de su gremio en 1726, y su influencia se mantuvo a lo largo de los años, a pesar de cerrar su taller en Bruselas en 1732 y sus intentos posteriores de establecer otro en Huy hasta 1741.

Virgen con el niño

s.XVI
Óleo sobre tabla

Copia del cuadro «La Virgen y el Niño en el paisaje vespertino» de Tiziano. El original fue pintado en Venecia entre 1550 y 1560 por orden del rey Felipe II. Estuvo mucho tiempo conservado en la sacristía del Escorial . Actualmente se exhibe en la galería Alte Pinakothek de Múnich .

La composición recuerda a las composiciones de Raffaello, pero el paisaje tranquilo y el cielo son típico de la pintura veneciana. Un estilo que también influirá a El Greco. Se trata de una de las obras más directas y cautivadoras del último período del pintor.

Calvario

Autor: Jan van Scorel
s.XVI
Óleo sobre tabla

El cuadro «El Calvario», atribuido a Jan van Scorel y datado en el siglo XVI, es una obra de gran intensidad emocional y detallismo. En esta tabla se representa la crucifixión de Cristo con una composición equilibrada. Las figuras de la Virgen María, María Magdalena y San Juan muestran un meticuloso trabajo en sus vestimentas y expresiones, resaltando la habilidad de Van Scorel en capturar la humanidad del momento. El uso del color y la luz contribuye a enfatizar la solemnidad de la escena, mientras que el fondo enmarca la escena, demostrando la influencia del arte renacentista en esta obra.

Santo Entierro

s.XVI
Óleo sobre tabla

La pintura representa la escena del entierro de Cristo, con los personajes dispuestos alrededor de su cuerpo en un momento de profundo dolor y reverencia. Destacan las expresiones faciales y los gestos de los personajes, así como el meticuloso trabajo en las vestimentas. El uso del color y la luz resalta el dramatismo de la escena, mientras que el fondo con elementos arquitectónicos y naturales enmarca la composición con gran precisión, demostrando la maestría del autor anónimo.

La Ascensión

s.XV
Maestro de los Claveles
Óleo y temple sobre tabla

El Maestro de los Claveles, recibe su nombre por la flor que suele estar presente en sus obras. Vinculado al taller del Maestro de Ávila, sus tablas son ejemplos de la síntesis hispanoflamenca del siglo XV en Castilla, caracterizadas por el horror vacui, el detallismo de los brocados, y fondos con castillos y escenas urbanas. En su obra destaca la técnica cuidada y el dibujo preciso.

Si quieres saber más sobre esta obra, puedes leer nuestras entradas específicas sobre:

Predela de los apóstoles

s.XVI
Óleo sobre tabla

La predela es una sección horizontal que se ubica en la parte inferior de un retablo. Habitualmente se encuentra dividida en cajas o «casamentos»; y se utiliza para complementar las escenas del retablo principal con imágenes de un formato más pequeño.

En esta predela se representa, de izquierda a derecha, a: San Andrés, San Bartolomé, San Pedro, San Pablo, Santiago y San Juan. De este último destaca la iconografía elegida (copa de la que emerge un dragón), la cual fue prohibida por el Concilio de Trento. Un detalle que, no solo confirma la datación de la obra, sino que también resalta su importancia en el registro histórico de la iconografía religiosa.

Corona de la Virgen de la Fuencisla

s.XVI
Diseño: Florentino Trapero
Orfebre: Otero y Riopérez

La Corona de Nuestra Señora de la Fuencisla es un símbolo de la realeza y santidad de la Virgen María. Su uso en imágenes marianas tiene sus raíces en la práctica de coronar figuras sagradas como muestra de veneración, una tradición que se consolidó en la Edad Media y el Renacimiento, cuando se buscaba resaltar la importancia y el carácter divino de las figuras religiosas.

La corona actual fue elaborada en 1916 para la celebración de la coronación solemne de la Virgen, Patrona de Segovia. Fue realizada por el orfebre Daniel Riopérez y Milá, siguiendo un diseño del escultor segoviano Florentino Trapero, y desde entonces acompaña su imagen en las grandes festividades. En la actualidad continúa utilizándose, junto con la del Niño, para adornar a la Virgen durante la Semana Santa en Segovia.

Cruz procesional

s.XVI
Orfebre: Antonio Oquendo

La cruz procesional simboliza la redención, el sacrificio de Cristo y su victoria sobre la muerte. Puede denominarse también CRUZ ALZADA, que hace referencia a las cruces procesionales que se sujetan con una vara.

Estas piezas suelen poseer alma de madera sobre la que se adhieren las chapas de plata, blanca o dorada, mediante clavos. A nivel estructural tiene 3 elementos: vástago, macolla o nudo, y cruz. 

Rostrillo

s.XVIII
Orfebre: Lorenzo Cantero

Adorno que se coloca alrededor de la cara de las imágenes de la Virgen. El origen del rostrillo se encuentra en el complemento que usaban las mujeres para enmarcar su rostro y tapar el pelo. En el s.XVI se asocia a las viudas. Posteriormente, la escultura religiosa adopta este adorno para mostrar el luto de la Virgen por la muerte de su Hijo.

Esta pieza procede de la iglesia de San Miguel Arcángel (Segovia).

Naveta

s.XVI
Orfebre: Diego de Olmedo

Habitualmente se colocan en el altar, cerca del sagrario. Su forma de barco en la liturgia católica está motivada por su simbolismo. Representan la Iglesia como una embarcación que guía a los fieles hacia la salvación. Durante la Eucaristía, se utilizan junto con el incensario para quemar incienso, simbolizando la oración ascendiendo al cielo.

Cruz procesional

s.XIV

Destinada a presidir las ceremonias más importantes y encabeza procesiones, entierros, así como las diversas celebraciones en que participa la comunidad católica. Se inciensa por ser signo de Salvación. A nivel estructural tiene 3 elementos: vástago, macolla o nudo, y cruz.

Asunción de la Virgen

s.XIII

Altorrelieve policromado en alabastro datado del siglo XV perteneciente a la escuela inglesa. En él se representa la Asunción de la Virgen. María es elevada al cielo por ángeles, lo que simboliza su santidad y conexión celestial. La posición de sus manos en oración, denota humildad y aceptación de la voluntad divina. La corona enfatizan su realeza y pureza; y la aureola, su santidad y presencia divina.

San Mateo

s.XV

Esta escultura en alabastro de San Mateo, uno de los cuatro evangelistas, es obra de Sebastián de Almonacid del siglo XV.
En ella se observa a Mateo con dos de sus identificadores principales: el libro del Evangelio, y un ángel, su elemento antropomorfo. Almonacid, maestro de la transición gótico-renacentista, plasmó en la pieza la sobriedad y la humanidad propias del realismo nórdico.
Escultura barroca del arcángel San Gabriel, siglo XVIII, conservada en el Palacio Episcopal de Segovia

Arcángel San Gabriel

s.XVIII

La escultura del Arcángel San Gabriel, tallada en madera y policromada en el siglo XVIII, responde al estilo barroco castellano, caracterizado por su expresividad y dinamismo. Representado como mensajero de Dios, Gabriel simboliza la revelación divina, la comunicación espiritual y la esperanza. Su gesto ascendente y la presencia de querubines refuerzan su carácter celestial. Esta imagen no solo ilustra un pasaje bíblico, sino que también buscaba conmover e instruir al espectador, inspirando la escucha interior y la fe.

Junto con otra escultura de la Virgen María, conforma la escena de la Anunciación, en la que se hace visible el misterio de la Encarnación: el anuncio del ángel y la respuesta de María marcan el inicio del cumplimiento de la promesa de Dios.

Capitel

s.XIII

Capitel del siglo XIII, tallado en piedra caliza y de autoría anónima, que ilustra tres episodios clave del cristianismo. Un hecho que sitúa esta pieza como ejemplo de la narrativa visual medieval y el simbolismo religioso de la época.

  1. La Anunciación, en la que destaca el arcángel Gabriel mientras revela a María su destino como madre del Mesías.
  2. Tentación de Jesús, cuando rechaza a Satanás en el desierto.
  3. San Pedro portando las llaves celestiales, un presagiando de su liderazgo en la Iglesia.

Capitel

s.XIII

Adornado con arpías y aves del paraíso. Las primeras simbolizan la lujuria y los vicios terrenales según la moralidad cristiana medieval.

A nivel iconográfico combina rostro humano, cuerpo de ave, pezuñas de caprino y cola de serpiente. Esta última la diferencia de las sirenas y refleja la influencia de la iconografía clásica. La capucha remite a los infieles, en particular a los musulmanes, en el contexto de las cruzadas.

Se trata de una pieza que testimonia la didáctica visual de la época y que instruía sobre el pecado y la redención.

Silla de caderas

Escuela española
Primer tercio del s.XX

También conocida como florentina, dantesca o jamuga. Se trata de un asiento plegable de doble tijera, que surge en Italia durante la Baja Edad Media, como resultado de la evolución de la silla de tijera. Sin embargo, esta tipología también es común en otros países europeos. En algunos de ellos fueron asientos de honor hasta el siglo XVII.
Progresivamente pierden importancia en favor de las sillas de brazos, pero durante el siglo XIX y XX vuelven a producirse por considerarse una producción típica española. Este ejemplar imita las originales de época renacentista y posee una gemela en las colecciones del Palacio Episcopal.

Entredós

Estilo imperial
Segunda mitad del s.XVIII

El origen de este mueble se sitúa en Francia en el siglo XVIII. Se trata de un armario bajo con puertas al frente y, generalmente, de poco fondo. Su nombre procede de su ubicación más habitual, los paños de pared entre ventanas. Solían producirse en parejas y tuvo gran aceptación durante el siglo XIX.
En el centro de las puertas de este entredós hay dos escenas pintadas sobre sendas placas de porcelana. En ellas se representan arquitecturas de carácter popular. El resto del frente presenta diferentes motivos en bronce dorado a fuego.

Épergne español del siglo XIX-XX con base metálica, figuras de leones alados y un cuenco decorativo central

Épergne

Escuela española
s.XIX-XX

Desde el siglo XVII se disponen en la mesa diferentes elementos que progresivamente han adoptado una función meramente decorativa. Entre ellos se encuentran los centros de mesa, el frutero o el conocido como “épergne”. Este último fue introducido desde Francia en el s.XVIII y solía utilizarse para contener cualquier tipo de comida o postre. Las argollas situadas bajo los leones alados de sus extremos podrían indicar que, inicialmente, estaba configurado por otros elementos.

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