Las Salas Nobles
HISTORIA Y FUNCIÓN
El Palacio Episcopal de Segovia alberga un conjunto de salas nobles que han sido testigos de la historia y el protocolo eclesiástico a lo largo de los siglos. Concebidas como espacios de representación, estas salas fueron diseñadas para reflejar el poder y la jerarquía de la institución, acogiendo desde recepciones oficiales hasta encuentros privados del obispo con dignatarios y visitantes ilustres. Cada una de estas estancias destaca por su riqueza arquitectónica y decorativa, con influencias barrocas y neoclásicas.
Más allá de su función protocolaria, las salas nobles también permiten comprender la evolución del gusto artístico y las transformaciones sociales en la diócesis de Segovia.

LAS 10 SALAS NOBLES

ANTESALA I
Espacio semipúblico o intermedio que refleja en su decoración el poder de la Iglesia. Se trata de una estancia amplia, como dictan los tratadistas del s.XVIII, y con suficientes ventanas para gozar de una buena iluminación. En ella se escenificaría el ritual de la espera entre el obispo y sus invitados. En uno de los muros, dos lienzos de los papas Pío IX y León XIII, obra de Gabriel Osmundo Gómez Férnandez, finales del siglo XIX; y una pintura representando la Sagrada Familia, de Pedro Carabal Jol, hacia 1650.
Su disposición sobre el plano con las siguientes estancias en enfilada dotaría a este espacio de un valor escenográfico al que contribuía el mobiliario. Un ejemplo es las lámparas de cristal de Baccarat procedentes de Francia -segunda mitad del siglo XIX- y de la fábrica de cristales de la Granja. También pueden destacarse las dos vitrinas del siglo XVII con imágenes de la Inmaculada y el Niño Jesús Pasionario.

ANTESALA II
La presencia de una segunda antesala en el Palacio Episcopal de Segovia refleja la evolución de las residencias nobles en España desde el siglo XVII, cuando los protocolos y las actividades sociales adquirieron mayor complejidad. Durante la Edad Moderna, estos espacios dejaron de ser meras estancias funcionales para convertirse en escenarios que transmitían el estatus y los valores de la sociedad.
Este salón, con muebles de estilo isabelino, servía como zona de espera a visitas oficiales y actos protocolarios. Destaca la sillería de caoba del siglo XVIII y el bargueño castellano del XVII. En las paredes, seis óleos sobre tabla del s.XVIII, representan diferentes escenas de la vida de la Virgen.



SALÓN DEL TRONO
El Salón del Trono, también conocido como Salón de Obispos, es uno de los espacios más representativos del Palacio Episcopal de Segovia. En este recinto, el obispo ejercía su autoridad no solo en el ámbito religioso, sino también en el social y político. Aquí se celebraban actos protocolarios de gran relevancia, como la recepción de delegaciones de autoridades civiles, militares y eclesiásticas, así como encuentros con la comunidad.
La disposición del mobiliario seguía un esquema simétrico y jerárquico: el trono episcopal ocupaba el lugar central, rodeado de asientos reservados para dignatarios y visitantes ilustres. Las paredes, ricamente decoradas con tapices, retratos de obispos y símbolos heráldicos, reforzaban la solemnidad del espacio y la continuidad de la institución eclesiástica.
La decoración actual del salón data de finales del siglo XIX y fue encargada por el obispo José Proceso Pozuelo y Herrero. Su mobiliario, de estilo francés, se complementa con una valiosa colección de obras de arte, entre ellas Santa Inés (siglo XVII, autor desconocido), Virgen con el Niño de Miguel Dauder, inspirado en Tiziano (siglo XVII), y San Juan Evangelista redactando el Evangelio en la isla de Patmos de Juan Fernández Navarrete «El Mudo», fechado en la segunda mitad del siglo XVI.


DESPACHO DEL NUNCIO
El despacho del Nuncio en el Palacio Episcopal de Segovia era una estancia reservada al representante del Papa durante sus visitas oficiales. En este espacio, el nuncio trabajaba y despachaba asuntos eclesiales, actuando como enlace entre la Santa Sede, la diócesis y la Corona.
Hasta mediados del siglo XX, era común que el nuncio contara con un despacho en las oficinas episcopales. Esta cercanía le permitía mantener una comunicación fluida con la jerarquía local y garantizar una respuesta rápida a las necesidades de la Iglesia. La proximidad al despacho del obispo reforzaba la colaboración y facilitaba la gestión de asuntos diplomáticos y administrativos.
El mobiliario del despacho refleja la solemnidad de su función. Destacan una mesa castellana y un bargueño del siglo XVII en nogal, decorado con carey y bronce, piezas que evidencian la maestría artesanal de la época. En las paredes, la presencia de obras de arte sacro refuerza el carácter devocional del espacio. Entre ellas se encuentran Lágrimas de San Pedro, pintura anónima de finales del siglo XVII, y San Gregorio, atribuida a Bartolomé Carducho y fechada en torno a 1611.

SALA DE ESTAR
Ubicada entre el despacho del Nuncio y el del Obispo, la sala de estar del Palacio Episcopal de Segovia es un espacio de transición que combina funcionalidad y refinamiento. Su mobiliario, compuesto por piezas del siglo XIX, incluye una elegante sillería isabelina de caoba, reflejo del gusto decorativo de la época. Junto a ella, destacan elementos más antiguos, como un bargueño del siglo XVII en madera taraceada, bronce y carey, muestra del detallado trabajo artesanal castellano.
Las paredes están decoradas con una notable colección pictórica. Se exhiben cuatro óleos sobre cobre del siglo XVII, pertenecientes a la Escuela de Flandes, que representan a Santa Margarita, la Virgen de la Leche, María Magdalena y Santa Catalina de Alejandría. Además, un lienzo anónimo del siglo XVIII, San Nicolás de Bari y donantes, completa la ornamentación, reforzando el carácter artístico y devocional de la estancia.



DESPACHO DEL OBISPO
El despacho del obispo, lugar donde se tomaban decisiones clave para la diócesis, fue utilizado por última vez con esta función por el obispo Daniel Llorente de Federico hacia 1969. Este espacio, destinado a la gestión eclesiástica y administrativa, refleja la importancia de la figura episcopal en la vida religiosa y política de Segovia.
El mobiliario de la sala data principalmente de principios del siglo XX, a excepción de un bargueño del siglo XVII, decorado con hueso, que aporta un valor histórico singular. En sus muros se conservan destacadas obras de arte sacro, como el retrato del obispo Manuel Murillo y Argaiz. Además, alberga un óleo sobre cobre de la Virgen del Pópulo, del último tercio del siglo XVII, y otro óleo de la misma época que representa a San Francisco ante la Virgen y el Niño, conocido como La Porciúncula.

DORMITORIO DEL OBISPO
Durante la Edad Moderna, el dormitorio en las residencias episcopales se ubicaba en la zona más resguardada del edificio, alejado de las áreas de recepción y representación. Su carácter interior y sus dimensiones reducidas respondían a la necesidad de un ambiente tranquilo y con temperatura estable. Ambas características garantizarían un buen descanso según los tratadistas de la época.
El mobiliario de esta estancia refleja su función privada y austera. Destaca el lavabo del siglo XIX, momento en que cambian los hábitos de aseo personal. Es en el siglo XVIII cuando los lavabos comienzan a incorporarse en los dormitorios para mayor comodidad. Sin embargo, no será hasta el siglo XIX cuando evolucionen hasta integrarse en cómodas o mesas que permitan almacenar jabones, peines y otros utensilios. El lavabo de esta estancia cuenta con un depósito de agua y un cubo con embudo para evacuarla, creando la ilusión de agua corriente en una época en la que aún no existían sistemas modernos de fontanería.
Este dormitorio, lejos de la ostentación de otras estancias, ofrece un testimonio de la vida cotidiana del prelado, marcada por la introspección, la oración y el recogimiento, al tiempo que evidencia la evolución del confort y la higiene en el ámbito episcopal.



SALÓN DE RECIBIR
El Salón de Recibir es la estancia que daba la bienvenida a los invitados del Palacio Episcopal de Segovia, reflejando el carácter institucional y la importancia social del edificio. Su mobiliario, de estilo francés, y el imponente reloj fechado en 1855, evocan la elegancia con la que se recibía a las visitas desde la fundación del palacio como sede episcopal.
En este espacio destacan doce óleos sobre cobre del siglo XVIII con escenas de la vida de Cristo y la Virgen, obra del pintor holandés Guillaume Van Herp. La presencia de retratos refuerza la solemnidad del salón, como los óleos sobre lienzo de Don Juan de la Pezuela, Conde de Cheste (anónimo, hacia 1842) y el retrato de Caballero, realizado por Joaquín Inza en la segunda mitad del siglo XVIII.

SALA DE ESPERA
La Sala de Espera del Palacio Episcopal de Segovia era el espacio destinado a las visitas que aguardaban antes de ser recibidas en las estancias principales. Aunque su función era meramente transitoria, su mobiliario y decoración reflejan el prestigio y la solemnidad del entorno episcopal.
La estancia está amueblada con una cómoda de marquetería del siglo XVIII, decorada con motivos geométricos en madera de nogal, una muestra del refinamiento artesanal de la época. En las paredes, la pintura sacra refuerza el carácter institucional de la sala. Se exhibe un óleo de Benedicto XIV, de autor anónimo (siglo XVIII), junto a dos obras de Juan de Peñalosa y Sandoval, del primer tercio del siglo XVII: un Santo Padre y un San Agustín, ambas piezas de gran valor artístico y devocional.



CAPILLA PRIVADA
De dimensiones reducidas, la capilla privada del Palacio Episcopal de Segovia fue concebida como un espacio de oración y meditación personal para el obispo. A diferencia de la capilla principal, situada a pie de calle y destinada a actos litúrgicos solemnes, este oratorio proporcionaba un ambiente íntimo donde el prelado podía llevar a cabo sus prácticas devocionales en un entorno de recogimiento.
El elemento más destacado de la capilla es su retablo renacentista, procedente de la iglesia de San Marcos de Segovia. Su autoría se atribuye a Diego de Aguilar, pintor manierista activo en la diócesis segoviana durante la segunda mitad del siglo XVI.
